Rafael Correa: Necesito más dinero para mis caprichos

mapadelyasuniLas noticias que llegan desde la amazonía ecuatoriana son muy graves y de una importancia mundial.

El proceder del siempre polémico Presidente Rafael Correa como siempre, es catastrófico, trae consigo una horrorosa relación con el movimiento indígena ecuatoriano, lo cual debería ser todo lo contrario no solamente por preservar las culturas indígenas en el continente, sino también por que su cargo mismo como Presidente de una nación mayoritariamente indígena, amerita que él sea el primer defensor de las comunidades indígenas.

Correa, a muy poco tiempo de asumir el poder, logró lo que para muchos era impensable de un gobierno de izquierda; él transformó a la CONAIE, -la más importante organización de los pueblos y nacionalidades indígenas de su país-, en sus principales opositores. Pero Correa no solamente se dedicó a hacerlos sus más acérrimos opositores sino que, por primera vez en la historia ecuatoriana, convirtió a un congreso corrupto en una Asamblea Nacional verde y doblemente corrupta. Convirtió a la deuda eterna gringa en deuda eterna china, pagando casi el doble de la tasa de interés mundial. Convirtió a indios empobrecidos, discriminados y analfabetos en “terroristas”, acusó de terrorismo a más de 200 indígenas que defendían el agua y la minería, y los metió a la cárcel. A los periodistas los convirtió en sicarios de tinta, a las mujeres en gordas horrorosas, a la clase alta en pelucones a quienes la propia presidenta de la Asamblea Nacional los mandó públicamente a «comer mierda”. En fin, Correa convirtió una democracia corrupta en un socialismo corrupto y moderno, al cual lo llama “el socialismo del siglo 21″. Su cada vez más escasa popularidad en las urnas lo ratifica todo.

Pero Correa continúa su ataque inmisericorde a los indígenas ecuatorianos, haciendo uso de su fiel estilo dictatorial y tiránico, hizo descalificar duramente y por todos los medios oficialistas, a sus principales portavoces, acusándolos de ser “separatistas”, “extremistas” y “aliados de la derecha”. Hace apenas un par de días, el ministro Serrano tildó a la Asambleísta Lourdes Tibán, una notable representante indígena del Ecuador, de ser una indígena de extrema derecha.

¿Pero, cuál es el pecado de la CONAIE?

  1. Oponerse al tirano, como lo han venido haciendo todos los grupos indígenas desde los años 90’,
  2. Oponerse al modelo extractivista petrolero que amenaza territorios y formas de vida de pueblos indígenas,
  3. Oponerse a la privatización del agua y su mal uso.
  4. Oponerse a los abusos anticonstitucionales sobre sus derechos de organización, de protesta y de expresión.

En las últimas semanas, esta pésima relación entre Correa y los indígenas ha llegado a un punto crítico. Y podría escalarse hacia una «intervención militar» en uno de los territorios más emblemáticos para el continente americano y que esta bajo el uso y control de uno de los principales movimientos indígenas de Ecuador, como es la comunidad de indígenas Sarayacu.

La comunidad Kichua Sarayaku

Sarayaku, como pueblo, es uno de los más antiguos en la provincia de  Pastaza, en la selva amazónica, ya  en tiempos de la Colonia los caucheros, misioneros y comerciantes transitaban por el río Bobonaza, hasta mucho más abajo, a la tierra de los Anduas (Andoas).  Bas­taría ver el nombre de la escuela (Simón Hurtado), los apellidos de algunos comerciantes de caucho, (Cisneros, Viteri, etc.) que se mezclaron con la gente indígena del sector.

Revisando documentos encontramos una versión que dice que el pueblo de Sarayaku, como el resto de pueblos kichwa, no son originarios del sector, sino, el resultado o fusión de indígenas Quijos, Jíbaros y Kichwa-Canelos, que por su naturaleza rebelde se resistieron al pago de tri­butos a los encomenderos, y prefirieron adentrarse a la selva para evitar dicho contacto, pero, que a su vez, vie­ron en el Kichwa, la lengua más usada en la región, su principal dialecto de contacto, y con el paso del tiempo, se sintieron identificados a tal punto de defender esa región.

La fundación de Sarayaku es posterior a la de Canelos, es decir a fines del siglo XVII. Según crónicas de misioneros, este pueblo se estableció con el nombre de «San Antonio de Sarayaku». En la actualidad es una comunidad eminentemente indígena que lucha por defender su autonomía espacial, ambiental y cultural. Sarayaku, fué por un buen tiempo, la cabecera cantonal del cantón Canelos, dentro de la provincia de Pastaza.

EN CUANTO AL NOMBRE:

Cuentan los abuelos del sector que en una creciente del río Jatunyaku, sus aguas bajaron cargadas de maíz, motivo por el que sus habitantes llamaron Sarayaku, que en kichwa quería decir «río de maíz».

PARROQUIALIZACIÓN:

Sarayaku se parroquializó con el Decreto Ejecutivo del 18 de octubre de 1911, publicado en el Registro Oficial No. 58 del 13 de noviembre del mismo año.

LÍMITES:

Norte: Con la parroquia Curaray del cantón Arajuno.

Sur: Con la provincia de Morona Santiago y parroquia Simón Bolívar.

Este: Con la parroquia Montalvo.

Oeste: Con las parroquias Canelos y Simón Bolívar.

CLIMA:

El clima es agradable, oscila entre los 19° C y 25° C, al igual que el resto de la zona llueve mucho.

RÍOS PRINCIPALES:

Bobonaza, Jatunsarayaku, Balsayaku, Chontayaku, Jandiayaku, entre los más importantes.

EXTENSIÓN:

La parroquia Sarayaku tiene una extensión de 2.797 Km2.

¿Cuál fué la gota que derramó el vaso en las relaciones?

villavicenciojimenesyfigueroaEl asilo humanitario que el Congreso del Pueblo Sarayaku le ha otorgado en su territorio al asambleísta Cléver Jiménez, al periodista Fernando Villavicencio, y al médico Carlos Figueroa, ahora perseguidos por la justicia ecuatoriana por sus críticas y denuncias contra el primer mandatario.

En los útimos días, la comunidad indígena Sarayacu ha denunciado vuelos de helicópteros militares en la zona, e incluso Correa habla de preparativos de una incursión armada. Sarayacu por su parte ha advertido que habrá resistencia, lo cual indica la posibilidad de que existan bajas, posiblemente de ambos lados.

El caso tiene su origen en el año 2011, cuando los tres opositores a Rafael Correa presentaron ante la Fiscalía una denuncia por graves delitos de lesa humanidad contra el mandatario, entre ellos el principal, el de lesa humanidad por la incursión de militares al Hospital de la Policía para rescatarlo durante la revuelta del 30 de Septiembre del 2010. Si bien la Fiscalía, dirigida por un pariente sordo, ciego, torpe y mudo del mismo presidente Correa, no encontró pruebas en lo absoluto, Correa contrademandó por injurias utilizando un aparato legistalivo totalmente subordinado a sus caprichos, el cual finalmente (la Corte Nacional de Justicia) ratificó una sentencia de 18 meses de prisión para Jiménez y Villavicencio, y seis meses para Figueroa.

Recientemente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, decretó «medidas cautelares en favor de los tres condenados», avalando de esta forma su reclamo de ser víctimas de persecución política.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, esta al tanto de todas las atrocidades cometidas por Rafael Correa y su círculo de malandrines quienes ahora, de la forma más descarada y abierta, no solo desafían ya las dispocisiones de esta Comisión sino que han decidido desconocerlas y darles la espalda completamente. Los delincuentes organizados de esta manera, (Correa y sus séquitos), se declararon en rebeldía a los convenios internacionales.

Lo acontecido en Ecuador pone en cuestión varias cosas:

  1. Una vez más, la pésima relación de Correa con el movimiento indígena ecuatoriano
  2. La intolerancia de Correa hacia los movimientos indígenas que han respaldado el derecho soberano de Sarakayu de asilar “por razones humanitarias” al diputado de la Asamblea Nacional. Y es que Jiménez no es cualquier asambleísta; fue electo parlamentario por Pachakutik, el brazo político de la CONAIE, y Sarakayu no es cualquier territorio. Hablamos de un bastión de la resistencia indígena continental, favorecido por un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH), que en 2012 condenó al Estado ecuatoriano por no haber realizado en los 90’ una “consulta previa, libre e informada” sobre la explotación petrolera en la zona.
  3. La contradicción existente entre ideologías de izquierda “revolucionaria” con la autonomía y los derechos de los pueblos y naciones indígenas, algo ya advertido en los 90’ por el sociólogo francés Yvon Le Bot en “La Guerra en Tierras Mayas” (FCE, 1992). “El sueño guevarista nació en Guatemala, pero allí el Ché no vió a los indígenas” afirma Le Bot al comienzo de su libro, fundamental para entender el fracaso de las experiencias guerrilleras en el continente. La referencia al Ché no es casual. Tampoco en Bolivia el guerrillero vió a los indígenas, misma ceguera de las FARC con los indígenas del Cauca en Colombia. O aquella de los sandinistas con los Miskito en Nicaragua. Aunque estos últimos si los vieron, pero como enemigos, combatiéndolos por defender su territorio y autonomía. Pocos recuerdan que la Corte-IDH condenó años más tarde al gobierno sandinista por violación de derechos humanos. Y que los Miskito fueron defendidos por un joven y brillante abogado navajo de Harvard: James Anaya, actual relator de la ONU para asuntos indígenas.
  4. El poco o ningún respeto que siente Rafael Correa por los tratados internacionales y por los derechos civiles de los ecuatorianos.

“Pretender tener repúblicas independientes dentro del país, arrogándose funciones que nadie les ha otorgado (…), evidencia la inopia arrogancia y politización extrema de los dirigentes Sarayakus”, señaló el Presidente Rafael Correa al enterarse del asilo humanitario otorgado a los tres opositores en la selva. “No existe ningún obstáculo para que el Estado ejerza su soberanía en cada centímetro cuadrado del territorio nacional. Es gravísimo lo que está pasando. Aquí no hay nada que negociar”, advirtió a renglón seguido.

La soberanía del Estado, según el interesante concepto de Rafael Correa, un conservador en extremo pero a contracorriente de todo lo avanzado por la comunidad internacional en materia del reconocimiento público que deben tener los derechos indígenas. La culpa, advierten en Sarayaku, es de un gobierno que, –al igual que Chávez en Venezuela-, basa sus programas sociales casi exclusivamente en las rentas del petróleo, y no en el desarrollo de la empresa privada, como debería ser en todo el mundo.

¿Cómo resolverá Correa esta contradicción vital de su modelo económico?

No sólo Sarayaku aguarda una respuesta sino el mundo entero. En octubre del año pasado, la Asamblea Nacional de Ecuador, de mayoría oficialista, (esperemos que solo hasta el 2017), autorizó la explotación estatal de los campos petroleros ubicados en el Parque Nacional Yasuní, en el Norte-este de la Amazonía ecuatoriana. Poco importaron una vez más, los reclamos de los pueblos indígenas, de los estudiantes y maestros, de la ciudadanía en general. Incluso le importó un comino que el Yasuní sea considerado una reserva de la biosfera por parte de la UNESCO.

“El voluntarismo de cuidemos a la naturaleza, pero murámonos de hambre es una irresponsabilidad”, respondió Correa a los opositores al proyecto. También los acusó de confundir a la opinión pública con “oscuros intereses”, son los mismos que,- a su juicio-, estarían detrás del asilo político en Sarayaku. Dice todas estas barbaridades cuando fué él mismo quién al inicio de su mandato se presentó como el principal defensor del Yasuní. Pero ahora, después de gastarse más de $175.000 millones de dólares, (en nadie sabe que, por que no permite fiscalización alguna a su gobierno), necesita entonces más dinero para sus caprichos y GASTOS NO COMPROBADOS.

Ese es Correa y su particular estilo de gobierno. Si me lo preguntan, es un gobierno que va de mal en peor. Lo que nos dice indirectamente, es solamente lo siguiente: «Necesito más dinero para mis caprichos no fiscalizables».

Fuentes:

http://www.pastaza.gob.ec/pastaza/sarayaku

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