SAO PAULO, BRASIL, Abril 12, 2015 – Los brasileños se tomaron las calles en más de 100 ciudades del país este domingo pasado, en la segunda mayor protesta del año contra la presidenta Dilma Rousseff, culpándola por los problemas económicos y un escándalo de corrupción en la compañía estatal Petrobras.
Si bien las manifestaciones eran significativamente menores que en las multitudinarias protestas del 15 de marzo, los organizadores dijeron que las demostraciones registradas en distintos lugares de Brasil muestran el alcance del sentimiento crítico hacia el Gobierno que se ha apoderado del país.
Tres cuartos de los brasileños apoyan las protestas según una encuesta de Datafolha, publicada el sábado.
“Fuera Dilma Fuera” era el canto recurrente en las manifestaciones pacíficas, casi festivas, y el sentimiento que unía a grupos aislados que organizaron los eventos.
“Lo mejor sería que ella renunciara para que el país no sufra tanto con una destitución”, dijo Sandra di Giacomo, una manifestante en São Paulo envuelta en una bandera brasileña.
La Policía Estatal dijo que habían unos 275.000 manifestantes en el lugar, por debajo del millón que se congregó en la ciudad el 15 de marzo.
“Destitución ahora”, se leía en un cartel extendido en una cuadra de la ciudad de Sao Paulo.
Cerca de 3/4 de los brasileños apoyan la destitución del presidente que ganó estrechamente la reelección en octubre, según Datafolha, pero casi igual porcentaje duda que el escándalo de corrupción saque a Rousseff del poder.
Los partidos de la oposición han descartado la perspectiva de una destitución, incluso cuando los fiscales acusaron a los miembros de la coalición de Gobierno de Rousseff en la investigación sobre corrupción en el gigante petrolero estatal formalmente conocido como Petroleo Brasileiro SA.
Roussef no está bajo investigación. Ella dice que no sabía nada sobre los sobornos, ni sobre el fraude de fijación de precios que presuntamente le costaron a la compañía miles de millones de dólares, cuando ella estaba al frente de la firma entre 2003 y 2010.
Según Roussef, allí estuvo frente a la petrolera, todo sucedió en sus narices, pero ella no supo nada. Obviamente, el pueblo brasilero no le cree nada.